El hombre es un ser social. Su
necesidad de interactuar y sentirse incluido es constante. Esto lo llevó a
buscar y crear
diversas formas de comunicación a distancia. Existieron los telégrafos, las
cartas, y complacieron, pero los hombres querían más, deseaban sentirse lo más
cercano a otro. El sonido todavía no sabía viajar solo. Hasta
que nació la radio, independiente de cables, tinta y papel. Como
señala Bertolt Brecht: "de
repente, se tuvo la posibilidad de decirlo todo a todos".
¿Qué buscaba el hombre? Sentirse
comunicado, principalmente voces que le brindaran compañía en toda
situación, que le mostraran la existencia de un mundo más allá de su
comunidad. Entonces bastaba una máxima estimulación del oído para satisfacer su
necesidad social. Aquí resalto la importancia de este sentido, mas no de la
presencia física de otras personas para sentirnos "acompañados", pues
en la vida hay decisiones propias, como ir en el transporte público
para desplazarme en la ciudad, no puedo escoger quiénes suben conmigo, pero
sí decido qué emisora escucho con mis auriculares. Porque la radio es eso,
es intimidad,
no por el contenido que te brinda, sino la manera cómo es transmitido.
Existe el sonido, y a la vez no
existe. Son vibraciones calladas que se traducen con ayuda de nuestro oído, y
suenan. Un llanto de bebé no suena, ni un volcán, ni la música. Producen
ondas y nuestro oído provoca el sonido. El desarrollo del sistema auditivo ha
permitido relacionarnos con nuestro entorno, y más esencial aún, con nuestros
semejantes, entender y comprender situaciones. Ambas acciones satisfacen
la necesidad intrínseca de la sociabilidad del hombre.
Los sonidos transmiten imágenes
auditivas, representaciones mentales de lo que captamos del
exterior. Desconectamos con el tiempo y el espacio, y es más fácil
pasar a la distracción, con solo cambiar de ojos, miramos hacia
adentro y dejamos que la imaginación fluya.
Nuestros oídos son muy sensibles,
capaces de vincular sonidos con emociones y sentimientos. Por ejemplo: la
bocina de un heladero nos hace sentir la temporada de verano, los grillos a la
noche, y la voz de una madre a toda una infancia. Así, el oído es una puerta
hacia la imaginación, la liberación de la mente ante la realidad, pues no todo
lo que se escucha está pasando instantáneamente.
La radio, al tener como elemento
esencial a la voz, tiene el poder de quitar límites, de hacer volar,
de hacer sentir, de hacer vivir. También tiene la ventaja de generar
y provocar muchas cosas a la vez. Un medio íntimo, casi privado que juega principalmente
con las tonalidades de la voz y la variedad de sonidos del entorno. Si no
produce nada en el oyente, no es efectivo. Debe impactar, emocionar, hacer
entrar en un clima de confianza para poder abordar los temas que surgen en el
día a día.
El proceso va así: las cuerdas
vocales generan ondas sonoras, las ondas se vuelven corrientes
eléctricas, que pasan a ser electromagnéticas. Estas son captadas por una
antena y las reconvierte en corrientes eléctricas. El altavoz traduce éstas en vibraciones
sonoras, listas para ser capadas por el oído humano y finalmente decodificado
por el cerebro. Entonces,una voz humana usando el tono correcto y el resto de
recursos, brinda calidez e identificación correcta de la emoción, a pesar de
las mil posibilidades de interpretación que trae la radio consigo.
Enfocarse en un indispensable sentido
con tanto potencial, ha sido suficiente para tener gran demanda en la sociedad
y perdurar en el tiempo, a pesar de los otros avances de la época. La radio
tenía algo diferente, se convertía en otro ciudadano más para lograr una
intimidad al charlar contigo, para ser tu compañero en la rutina. Recurría
al estilo coloquial, descriptivo, y al tono adecuado para darse a entender
y ser parte de la sociedad, pero con más carácter diferenciado y valentía para
otras cosas. Promueve la alegría como gesto de naturalidad y se aferra a
esta herramienta para conectar con las personas. Por eso la gente recurre a
ella, para distraerse y encontrar un cómplice, y cambia de emisora si esta no
le da lo que desea en el momento. La audiencia no suele ser masoquista.
Desde sus inicios, la radio ha sido
musical por su programación. La música participa en generar emotividad, pues se
puede llegar a evocar muchos momentos y se siente en la piel. Además te lleva a
conocer partes del mundo desconocidas, es su enfoque cultural. Así también
relacionamos la música con lugares, como una samba al festival de Río de
Janeiro.
Hace unos días, escuchaba atentamente
una radio francesa en línea (sí, la tecnología no le ha quitado protagonismo a
la radio, la ha complementado), y sucedió algo curioso. El programa dio un
espacio a una radio local de Brasilia para una pequeña presentación donde
puedan mostrar un poco de su cultura a través de la música. Los locutores
brasileros dieron una introducción y explicaron un poco cómo es su ciudad, los
instrumentos que en un rato sonarían, y en paralelo, un traductor
portugués-inglés en tiempo real haciendo su trabajo. Fue inesperado e increíble
escuchar y sentir culturas compartiendo en un mismo espacio para todo el mundo.
Al mezclar estos diversos elementos (voz,
sonidos y música), el despegarse de la radio se hace algo imposible, uno ya
está enganchado al medio, y ya lo siente parte del entorno y crea otro mundo a
partir de este. Lo que se debe ganar es la imaginación, no importa mucho el
tiempo. Pero no debe quedar ahí, en la única participación de la radio. Se
requiere de la sociedad para que siga funcionando, para que se siga sabiendo
qué transmitir, pues la radio trabaja con el pueblo, y este bien sabe lo que
necesita. Por eso se utiliza un lenguaje claro y sencillo, orientado al hablar
común de la gente, para que una apropiación adecuada del contenido radiofónico
exista. La idea es facilitar este grandioso proceso. Si se usan palabras
demasiado cultas, se puede caer en la humillación de los oyentes.
La radio es un transfusor de
conocimiento, y es un arma de doble filo. Cumple la función de educar, pero sin
una buena utilización, se puede caer en un posible gran desorden social, tanto
por una distorsión de valores como por desinformación. Como señalo
anteriormente, la radio busca ser uno más del resto, y se comporta como tal.
Tiene como deber presentar una buena y correcta imagen, y compartir contenido
de interés común.
Aquí
aparece la radio comunitaria, promoviendo la participación ciudadana a través
de todo lo mencionado anteriormente para llegar a una apropiación y después al
empoderamiento. Se quiere desarrollar a las comunidades, defender sus intereses
y solucionar de forma más asertiva los problemas. La radio funciona como un
espejo, con todas las características de un individuo, así el reconocimiento de
lo que falla y falta en la sociedad se hace más fácil. La radio escucha y plasma,
y el oyente habla. Se enfoca en mostrar la diversidad, la heterogeneidad existente
en la población elegida. Y no queda ahí. Se quiere conseguir la tolerancia y
respeto, del pueblo para el pueblo.
Según la Alianza de Radios Comunitarias de Canadá,
ARC, la radio comunitaria es
un difusor cultural adaptado perfectamente al contexto de la francofonía
canadiense. Sus ondas reflejan la realidad cultural: canciones, música,
escritura, de la población francófona a la que sirven. Las radios comunitarias
son los mejores estandartes de nuestra cultura.
No hay intereses económicos, a pesar de que de esta
dependa su sostenibilidad. Su finalidad es distinta, todo el trabajo dispuesto
a realizarse va para el servicio a la comunidad, en influir en la opinión
pública, de hacer reflexionar y descubrir cuáles son las problemáticas
constantes, de crear soluciones a estas, de ampliar la democracia, de construir
comunidad.
Para lograr la sostenibilidad de
estas radios, son necesarios tres factores: económico, social e institucional.
En lo económico, se busca financiar las actividades, mantenimiento de equipos,
y encontramos principalmente la solidaridad internacional. Son los países
europeos quienes apoyan con
financiamiento, y comienzan con las iniciativas, ya que en los países del
Tercer Mundo como el nuestro, las radios no son prioridad. En lo social,
hablamos del apoyo de la comunidad, debe existir una correcta apropiación del
contenido radiofónico, y este, a la vez, debe dar lo que el pueblo necesita,
basándose en sus intereses y problemáticas actuales. También se menciona la
pertinencia cultural y lingüística. No se trata de cambiar radicalmente una
comunidad, sino de reforzar su identidad. Y finalmente la sostenibilidad
institucional. A pesar de la multiplicación de las radios comunitarias en
Latinoamérica, no se ha llegado a la legalización de la mayoría, pues existe el
miedo de las grandes radios de ser amenazadas con perder su poder.
El sonido es poderoso, y lo que lo
transporta lo es más, porque es capaz de darlo a conocer en todos lados, de educar,
de compartir. Y más allá de la función de acompañamiento de la radio, también
es herramienta de solución, de mejora, en este caso, de desarrollo.
Referencia:
http://www.tallerderadio.com.ar/recursos/material-didactico/22-el-medio-radiofonico/147-las-cuatro-etapas-historicas-de-la-radio
https://www.xatakahome.com/ocio/historia-de-la-radio-i-origenes-y-primeros-receptores
http://www.amarc.org/?q=es/node/131
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/tesis/human/sabrera_o_s/cap3.htm
http://tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/10622/Capitulo2.pdf
Referencia:
http://www.tallerderadio.com.ar/recursos/material-didactico/22-el-medio-radiofonico/147-las-cuatro-etapas-historicas-de-la-radio
https://www.xatakahome.com/ocio/historia-de-la-radio-i-origenes-y-primeros-receptores
http://www.amarc.org/?q=es/node/131
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/tesis/human/sabrera_o_s/cap3.htm
http://tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/10622/Capitulo2.pdf